martes, marzo 15, 2011

Esas locas emociones que atraviesan mi oficina.


Desde hace larga data, por lo menos 20 años, venimos escuchando el termino emociones vinculado al mundo de las organizaciones. Aquello de que los “problemas personales y emociones los dejo afuera de la puerta de entrada al trabajo”  no parece ser posible o al menos muy difícil.
Hace poco más de un mes, cuando hacía unas pocas semanas que había arribado a Barcelona tuve la oportunidad de asistir a un íntimo Workshop que brindó Humberto Maturana, (biólogo y reconocido por innumerables trabajos entre los cuales se destaca lo referente a "El Habitar Humano y las Organizaciones" ) junto a Ximena Davila  el cual se denominó “Las emociones en las organizaciones”.



Asistí con las expectativas más enfocadas en el exponente y sus particularidades al haber incursinado en el mundo de las organizaciones a partir de la biológia, que en la temática en sí, porque si bien somos de países vecinos (Humberto Maturana es Chileno) parece ser que tuve que estar mucho más lejos para poder presenciar un seminario brindado por él y además porque creí que iba a escuchar lo que habitualmente escuchamos en relación a este tema: Que el ser humano es un sistema y como tal no puede separarse de sus emociones, de hecho en los ámbitos organizacionales  se genera un gran abanico de éstas y hasta las necesitamos para trabajar motivados y con pasión por lo que hacemos. El punto crítico es que no sólo afloran las emociones positivas sino también aquellas necesarias para drenar pero que según como se manejen puede tener efectos no deseables. Es aquí que  Daniel Goleman, por ser quien difundió el concepto de Inteligencia emocional comenzó a publicar libros, brindar cursos, conferencias y todo tipo de evento para divulgar que debemos desarrollar un autonocimiento tan profundo que nos permita autocontrolarnos, automotivarnos y generar empatía para comprender a las personas con quienes interactuamos.

En resumidas cuentas, insisto, creí que iría a escuchar algo más o menos así.

Para mi sorpresa ese no fue el contenido del encuentro y una vez más pequé de prejuiciosa.  Maturana y Dávila centraron sus ponencias sosteniendo algo más o menos así: Si cada uno de nosotros hacemos lo que realmente queremos hacer, si estamos donde realmente queremos estar; nada de esto implicaría esfuerzo o sacrificio y por el contrario sería placentero y las emociones positivas aflorarían. "Sería como un danzar constante", sostienen. Suena algo ideal y hasta utópico pero tiene su lógica: Acaso cuan bien nos sentimos cuando practicamos ese deporte que tanto nos gusta, o el hobby que más nos divierte y alimenta. Acaso el trabajo no nos lo podríamos tomar con la misma actitud? ¿Para qué centrarnos en las cosas negativas de nuestro entorno laboral o en aquello que no nos genera nada positivo como la queja por la queja misma?

En que casos o bajo que circunstancias generalmente afloran esas emociones que no sólo estimulan lo positivo sino que además frena la maquinaria llamada organización y nuestra propia maquinaria. A propósito de esto, una de mis más estimadas compañeras recientes del Máster en Recursos Humanos que estamos realizando,  Patricia Miño Cubillos, es Psicóloga Organizacional casualmente chilena también y desde los inicios de creación de este espacio se mostró muy interesada en el mismo.
En charla de café en el break universitario me preguntó sobre que tema estaba pensando centrar la próxima publicación del blog y le pregunte, sobre que tema te gustaría leer, y me dijo “las emociones en las Organizaciones”. Entonces acordamos algo así como un encuentro formal para charlar sobre el tema y entre ambas fuimos construyendo este articulo. Muchas Gracias Patricia por compartir tus inquietudes, conocimientos y experiencias!!

¿Qué tan bueno o beneficioso puede resultar dejar aflorar las emociones en el ámbito laboral? En que sirve que así sea? Puede dejar aflorar mis emociones independientemente de el rol que ocupe dentro de las organizaciones?

La licenciada Miño Cubillos sostiene "que se debería dejar aflorar más las emociones dejando de lado los prejuicios o la autocensura porque como seres humanos es una condición propia de nuestro género. Las emociones influyen y estan íntimamente vinculadas con el desempeño de las personas y  hacer conocedor de ellas  al individuo con el cual nos relacionamos profesionalmente de manera directa, será beneficioso en el estricto relacionamiento, y exigencia en un momento determinado. Por ejemplo,  un jefe sabe que  hoy día un colaborador tiene un día especialmente sensible por cuestiones personales si éste da a conocer los motivos que “lo emocionan y lo hacen especialmente sensible en ese día” probablemente el jefe tratará a ese colaborador con un poco más de  cuidado para ayudarlo a transitar ese día particularmente." Con esto no estamos haciendo una apología del desequilibrio emocional sino justamente el autocontrol de las emociones concibiendo, comprendiendo y aceptando que las mismas no sólo forman parte de las personas sino que las atraviesan y por consiguiente atraviesan a las organizaciones.

Como profesionales de Recursos Humanos procuremos ser facilitadores para que todas las personas sean capaces de gestionar esas emociones en beneficio propio y del entorno en el que desempeñan. Sólo aquellos que realmente posean vocación por dedicarse a esto serán efectivos facilitadores, como hoy declaraba Tana Cores en el cierre de la asignatura Formación y Desarrollo, "quienes se dediquen a Recursos Humanos deben amar lo que hacen. Trabajar en Recursos Humanos es una cuestión de FE: DE CREER EN LAS PERSONAS"

3 comentarios:

Unknown dijo...

Me encanta realmente su analisis y su enfoque de los recursos humanos : creo que en este ambito nos falta HUMANIDAD.
Es un placer leerte Liliana.

Marie dijo...

Lili, me encantó el tema que elegiste! Qué suerte que pudiste escuchar a Maturana y qué buenas las ideas que expuso!
Creo que el tema de las emociones en el trabajo da para mucho debate...yo considero que es fundamental entender que somos personas y no robots, y como tales no podemos desprendernos de nuestras emociones en ningún ámbito de nuestras vidas; aunque parece un concepto sencillo, en la práctica es bastante resistido. También creo que un error muy común es creer que dejar aflorar las emociones es sinónimo de ser impulsivo. Creo que es importante no "reprimir" las emociones, pero también lo es hacer una buena "gestión" de las mismas (inteligencia emocional).
Un abrazo!

Anónimo dijo...

Muy interesante artículo! Me he cansado de escuchar gente decir que cuando lleguemos al lugar de trabajo debemos escribir nuestros problemas en un papelito y lo guardemos en un cajón. Que quede ahí guardado y al terminar el día nos lo llevemos a casa de nuevo. Como si algo así fuera posible! Saludos y espero el próximo artículo!